sábado, 20 de agosto de 2011

¿Quién es Pedro Juan?

Trilogía de la Habana de Pedro Juan Gutiérrez.

Pedro Juan Gutiérrez es el que hace que Bukowski sea un autor de cuentos infantiles. Porque la miseria de la que habla Pedro Juan haría vomitar a Henri Chinaski todos sus oportos. Henry andaría por las calles de la Habana como un marqués entre los cerdos. Así es la Habana de Pedro Juan. Todos con la pinga empinada buscando templar todo el rato para olvidar las miserias. Ratas que suben por cañerías, viejos de setenta años que son capaces de provocarle tres o cuatro orgasmos a una muchacha que acaba de hacerle una paja a un ciclista. Negros que muestras su pinga para llamar la atención de la jebas. Viejas que se refugian en su apartamento y viven exclusivamente de los recuerdos y de algún pan que consiguen con la cartilla de racionamiento. Y mucha gente acumulada en cuartuchos que se van dividiendo y subdividiendo en las azoteas para que quepa más gente. Y un solo baño para todos. Y el agua que no entra, acere. Templar, templar es lo que busca todo el mundo y algún bisne con el que sacar fulas para poder comprar ron y cigarros. Las mujeres no te quieren si no llevas las fulas por delante. Ocho, diez, veinte orgasmos en una noche. Si no, será mejor que saques fulas de donde sea. Vete al campo y espera a que muera un caballo y entonces le saltas arriba, lo macheteas y llevas carne para vender. O si trabajas en la morgue, siempre puedes montar un negocio de hígado fresco. Todo por conseguir fulas, acere. Y cuando tienes fulas te las gastas en mujeres, para qué si no van a servir. Pero cuidado, si te cogen te encierran y allá adentro siempre hay alguien que quiere hacerse amigo tuyo para meterse por donde no debe. El culo es sagrado, acere. En la cárcel no hay amigos aunque sea entretenido que te cuenten historias y al final resulte que también me templé a tu madre. O no me la templé porque tenía el culo cagado.
Pedro Juan manda al carajo a la idílica Cuba comunista. Cualquier simpatía que pudiera tener uno por aquello se viene abajo después de leer la Trilogía de la Habana. También es verdad que si uno se mete en el retrete y describe lo que ve sólo va a poder hablar de culos pingas mierda y orines. Todo es cuestión de perspectivas. Recuerda Tres Tristes Tigres y me darás la razón.

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