No quiero ser el hobby de nadie. No me gusta. Aunque parezca lo contrario, no deseo que me hagan daño. Con intención, sin intención. No lo soporto. Ya no.
Y es fácil jugar conmigo --tú, gato; yo, ratón-- porque nunca digo que no. Pero aprendí a decir "basta". Cuando el hierro candente me toca la piel, cuando veo que soy un juguete para tu diversión. Cierro los ojos y digo: "Basta".
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