martes, 9 de agosto de 2011

Herir a un adicto

Fotografía de Jonathan Manshack

Debería estar penado por la ley herir a un adicto. Es tan fácil hacernos recaer. Incluso si robamos para beber, fumar o meternos crack. Somos como todos pero perdidos en un bosque de Alemania. Un bosque infinito. En un camino que no acaba. Y a veces lo vemos negro. Necesitamos verlo rosa. Como niños, que solo quieren volver a casa y andan a través de las sombras que no acaban. No tendrías que abusar de un adicto aunque te robe la cartera y revenda tu plasma. Porque podría ser tu amante y te daría hasta su alma. Solo tiene tanto miedo que se despierta a media noche cuando suena cierta alarma. El sueño es pesadilla. El paisaje hermoso, una falacia. El amor, un veneno. Todo es maravilloso cuando es turbio y borroso y confuso y hace gracia. Después en la mañana, tú te habrás ido y necesitaremos recomponernos o matarnos o perdernos en la burbuja de la magia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ponnos verdes y te responderemos